Miércoles, 07 Mayo 2025 15:41

La 7 del 50 "está en buenas manos"

En Radio 41 -1360 AM de San José, Uruguay. 2013.

La consagración de Uruguay como campeón del mundo en 1950, fue la última a nivel universal.

El 16 de julio en el estadio “Maracaná” de Río de Janeiro -estando empatados uno a uno-, apareció alguien que silenció el estadio.

“Hubo tres personas que silenciaron el “Maracaná”, el Papa (Juan Pablo II), Frank Sinatra y yo” recordaba siempre Alcides Edgardo Ghiggia (1926-2015), al referirse a su gol para el dos a uno y el campeonato del mundo para Uruguay.

 

LA CAMISETA

Las camisetas de los jugadores -por aquellos tiempos-, no adquirían la importancia ni el valor material que se les da hoy en día.

En diversas entrevistas, Ghigghia hizo referencia a la camiseta número 7 que vistió en el “Maracanazo”, y a sus botines. Pero increíblemente daba versiones diferentes.

En setiembre de 2007 -hablando de las eliminatorias para el mundial de Sudáfrica 2010-, en una entrevista a la agencia ANSA, dijo que no creía en una supuesta “maldición de los botines” que afectaría a los celestes "cada uno tiene su creencia, pero no pienso que la desaparición de los botines (que le regaló a San Cono después del Mundial de 1950) haya tenido influencia" en el hecho de qué desde entonces, Uruguay no consiguiera otra copa del mundo.

En esta entrevista claramente hablaba de los zapatos de fútbol utilizados en Maracaná, que había dejado como ofrenda a San Cono, una capilla del departamento de Florida, a unos 100 kilómetros de Montevideo, al regreso de Brasil con el título de campeón del mundo, pero no de su camiseta, como hicieron otros jugadores.                                                                                 

"A Florida fui con Julio Pérez, fue Oscar Míguez, fue Schubert Gambetta; unos llevamos los botines, otros las camisetas",dijo. Comentó además que"algún tiempo después unos periodistas me dijeron que los zapatos habían desaparecido, y no supe más nada del asunto".

Cinco años después, el periodista César Bianchi realizó una entrevista con Alcides E. Ghiggia, para el libro “A lo Peñarol”, donde dijo que la camiseta que utilizó en la final del 50 se desintegró, se disolvió. No tenía ni idea dónde quedaron los zapatos de fútbol que mandó a hacer en la fábrica Combi número 39 con los que jugó aquella tarde. Los siguió usando con Peñarol en el torneo doméstico y en 1953 se los llevó a Italia, hasta que se deterioraron y los cambió por otros. Les perdió el rastro como uno no sabe dónde fueron a parar los juguetes de la niñez o los vaqueros nevados. No conserva camisetas ni zapatos ni medias gloriosas, nada.

La charla entre Ghiggia y Bianchi se produjo en el 2012, fue publicada en la revista colombiana SoHo.

En el año 2013, tuve la oportunidad de entrevistar a esta leyenda de nuestro fútbol, en Radio 41 – 1360 AM, de San José - Uruguay.

Ante la consulta por aquella gloriosa camiseta número 7, con la que jugó la final del mundo en 1950, convirtiendo el gol más icónico en una final de todos los campeonatos mundiales, nos dio inicialmente una respuesta muy escueta “…está en muy buenas manos”.

Al repreguntarle en que manos estaba, agregó un detalle “…la tuvo en custodia un tiempo largo Máspoli, con una camiseta de Atlanta y una pelota sin tiento. El único partido que jugué para el club argentino fue difícil para mí porque no jugué bien y compartí con (Adolfo) Pedernera al que llamaban en esa época el Napoleón del fútbol. No fue una buena tarde pero después como premio consuelo, me dieron 700 pesos argentinos, esa pelota y la camiseta de Atlanta”.

Pidiéndole una explicación para comprender para qué había guardado ese balón y la camiseta de Atlanta, si le representaba un mal recuerdo, nos respondió:

  “Máspoli me decía que esas dos camisetas y la pelota eran un testimonio de las ironías de la vida. En el 47, dolor para mí y en el 50, la gloria. Además, haber podido jugar así fuera unos minutos con un verdadero monstruo que era Pedernera, significó mucho para mí”

Nuevamente le reformulé la pregunta ¿Dónde están las camisetas y la pelota? respondiendo en plural:

“… ahora no podían estar en mejores manos”.

Esto echa por tierra la versión de que la camiseta se había desintegrado, cosa que -de acuerdo con entendidos en temas textiles-, no sería posible y además suma una interesante anécdota sobre la existencia de una camiseta de Atlanta y de una pelota.

Pero Ghiggia tenía bien guardado esos secretos al igual que el destino que tuvo la camiseta más importante en la historia de una final de un mundial.

En el libro de Fernando Soria “Ghiggia, biografía oficial” publicado en 2015 por editorial Planeta, se reproduce otra versión del campeón del mundo, vinculada a su camiseta de 1950.

Dijo en esa oportunidad “yo tenía guardada la camiseta en la casa de mi padre. Cuando una vez vine de paseo a Uruguay, le pregunté a mi padre por la camiseta porque la quería ver.

Mi padre bajó la caja donde la guardaba, y cuando la abrimos nos llevamos la sorpresa de que se había desintegrado. Era de un material raro, tipo lanilla o algo por el estilo, qué si no la tenías guardada con naftalina para conservarla, podías perderla, y lamentablemente fue así”.

También dio otra versión sobre sus botines, contaba Los tiré porque se habían roto ¿para qué voy a guardar botines rotos? Quizás hoy serían una reliquia, pero no me quita el sueño haberlos tirado, ya no deben existir. Obviamente los había cambiado por unos más nuevos, más modernos…”.

Encontramos contradicciones en las versiones que daba, tanto del destino de su camiseta, como de los zapatos utilizados en la final de 1950.

En alguna entrevista decía que sus botines los había llevado a “San Cono”, en otra que lo había seguido usando, y en otra que los había tirado.

También difieren las versiones sobre su camiseta número 7, y es el punto donde nos vamos a detener.

En algunas entrevistas, Ghiggia decía que se había desintegrado, pero siempre me quedó grabada su frase de que estaba “en buenas manos…”.

La versión de que se había desintegrado, deja la sensación de que era la mejor excusa para que no le preguntaran más sobre el asunto, del que -seguramente-, no quería hablar porque sabía que se trataba de una pieza de colección muy valiosa.

Alguna vez se manejó la hipótesis de que aquella camiseta se la regaló al comediante mexicano Mario Moreno “Cantinflas”, en oportunidad de un encuentro en Punta del Este, al que asistió el actor en 1951.

Hubo un obsequio de una camiseta, pero no fue la utilizada por Ghiggia en la final de 1950. La foto de la donación de “Cantinflas” al club América, muestra diferencias con la original.

En aquella oportunidad, el periodista Nobel Valentini le realizó una entrevista, y en esa ocasión le habría regalado una camiseta celeste, la que también se dijo, habría sido la número 8 de Julio Pérez, o una réplica. 

Otra teoría acerca del destino de aquella camiseta, la aportó el hijo del campeón del mundo, Arcadio Ghiggia.

En una entrevista concedidaal portal mexicano “Mediotiempo”, dijo que la camiseta 7 había sido llevada como ofrenda a “San Cono”.

"Antes de jugar el Mundial, y antes de jugar la final, los jugadores habían prometido que si ganaban harían una ofrenda en el Departamento de Florida, a unos 100 kilómetros de Montevideo, al Santo San Cono, al que le iba a brindar una ofrenda, pantalones, zapatos y camisetas",

"Fueron en tandas y mi papá donó su camiseta al patrono San Cono. Después hubo un robo y la única camiseta que quedó fue la de Julio Pérez (8). No sé qué pasó con todos los demás objetos".

Esta teoría también cae por las propias declaraciones de Ghiggia, quién nunca habló de la ofrenda de su camiseta, sino de los botines, y que otros jugadores sí, llevaron su camiseta.

Alcides Ghiggia nunca llevó su camiseta 7 al santuario.

 

INVESTIGACIÓN

Ávidos de conocer el paradero de la emblemática camiseta, continuando con nuestra investigación, supimos de la existencia de un documento con certificación notarial, que permite cerrar aquella frase y aquel detalle que nos brindó en 2013 como la punta del ovillo.

Ese documento revela la existencia de la camiseta 7 de Alcides Edgardo Ghiggia.

En efecto, estuvo en manos del exarquero de la selección uruguaya Roque Gastón Máspoli, quien la custodió durante muchos años y actualmente está en manos de un reconocido historiador y coleccionista. La camiseta está en el norte del continente americano, en un país de dos océanos y al decir del propio Ghiggia“…está en muy buenas manos”.

El periodista argentino de trayectoria internacional Jorge Barraza, también ha escrito “En ese halo de misterio que rodeó su existencia, durante décadas se especuló dónde estaría su camiseta celeste con el número 7 rojo que tenía enfundada la tarde de la hazaña, la que inauguró la dinastía de los siete geniales, que generó el Maracanazo, y el gol más relevante de la historia. Era un secreto al estilo Ghiggia: insondable. En los ámbitos de la museología y el coleccionismo de fútbol se debatía si aún se conservaba y quién la tendría. Ahora lo sabemos”.

La conclusión de Barraza, fue luego de una investigación que permitió descubrir que a fines de 2002 (grave crisis económica en Uruguay), con el fin de conseguir oxígeno económico para los últimos años de su vida, y seguramente para tener bien a Beatriz Masui, su segunda esposa (40 años menor que él), el ídolo uruguayo vendió algunas de sus medallas, trofeos y objetos, que había reunido durante su carrera deportiva.


EL OCULTAMIENTO

Se nos plantean interrogantes:

¿Por qué Ghiggia evadía hablar de su histórica camiseta, diciendo que se había desintegrado?

¿A quién quería proteger?

¿Era un seguro que tenía para alguien?

 

“EN MUY BUENAS MANOS”

No logramos la respuesta sobre el nombre del destinatario final, pero sí me permitió cerrar hoy el círculo, de una materia pendiente desde el año 2013, cuando me dijo en la radio “…la tuvo en custodia Máspoli-ahora-,está en muy buenas manos”.

Presumo que en aquella oportunidad largó ese pequeño/gran detalle, por tratarse de una entrevista en una radio del interior de Uruguay, lejos de las repercusiones que podría haber tenido si lo hacía en un medio de alcance nacional. Fue una entrevista amena, donde se sintió cómodo, a la que también invité para la ocasión a Enrique Cobas (1924-2019), un veterano de San José que había escuchado la final del 50 por la radio, y que ese día conocía a su ídolo.

Dudo que haya pensado que algunos años después, pudiéramos descifrar el misterio. Hoy sabemos que la camiseta existe y siempre existió.

 

Investigación: Jorge Gutiérrez Pérez